Coherencia

Demasiado a menudo, lo que predica la web corporativa de una empresa o lo que dicen sus directores dista mucho de lo que pasa en el día a día; pero el sueldo lleva a una mayoría a resignarse. Ello incide negativamente en la confianza que se supone entre empleado y empresa, lo cual lleva a una desalineación de la actitud de los trabajadores con los objetivos organizacionales incidiendo, sin duda, en los resultados. A la falta de alineación de los mensajes emitidos con la cultura organizacional, cabe añadir la carencia de ‘feedback’ real como otro factor que genera un contexto laboral lejos del que todos deseamos.

La alineación coherente entre: la vida “real” que tenemos, la “proyección” que abrimos y vendemos al público versus los valores y convicciones que rigen nuestro ser, posicionará la credibilidad en su persona y en su emprendimiento. La gente sabe diferenciar la realidad de una ficción. Que esa sóla verdad de vida (lo que es y lo que vende), lo que lo defina cuando alguien se de la oportunidad de tratarle y se acerque por interés sobre su quehacer.

Seguro que lo has oído ya muchas veces los valores son ahora más importantes que nunca. La realidad es que son igual de importantes, porque siempre han sido el eje del funcionamiento de la sociedad en la que vivimos. Pero sí es cierto que se sienten más necesarios, y somos más conscientes de ellos que nunca. Por ello deben convertirse en una de tus mayores prioridades, si no lo son ya. No solamente en tu faceta profesional, sino también como persona.

Las empresas no solo buscan profesionales que se ajusten a las competencias requeridas para el puesto. Que tu experiencia y tu formación se correspondan con las tareas que vas a desempeñar es algo básico para que puedas cumplir las expectativas, pero hay algo aún más importante, que trasciende de lo puramente operativo y repercute directamente sobre la parte más humana: que tus valores se ajusten a los de la empresa.  

Los valores definen el comportamiento, las creencias, la ética y los objetivos de cada persona y de cada empresa. Si chocan, la relación entre ambas partes nunca podrá llegar a buen término, sin embargo, si se corresponden, el éxito está asegurado.

De esta manera, la coherencia o alineamiento empresarial agrega valor a las compañías. Si se aplica esta teoría correctamente, algunos de los beneficios pueden ser los siguientes:

1.- Garantizan la reducción de costos en los procesos de organización. 

2.- Empresas más rápidas y flexibles en cuanto a las respuestas que pueden dar al mercado. 

3.- Simplicidad sobre el control de actividades desempeñadas en cada área.

4.- Crecimiento intelectual del capital humano y permite potenciar las capacidades y aptitudes de los trabajadores.

5.- Permite la detección rápida y oportuna de las competencias clave de la empresa.

6.- Coherencia y solidez con los agentes del sistema o red de valor. Esto permite dar una respuesta rápida y efectiva a los proveedores y distribuidores, al mercado y a los consumidores, mejorando la satisfacción de estos últimos.

7.- Motivación y compromiso de los trabajadores, que tienen claro y, a su vez, comparten la misión y visión de la organización. Todo conlleva a un buen clima laboral y arraiga la identidad corporativa. 

8.- Facilita el posicionamiento de la empresa gracias a una visión compartida que garantiza resultados y potencia proyecciones de crecimiento fuera de sus fronteras.

La coherencia es algo transversal que empapa o debe empapar los valores del siguiente nivel, los que tenemos y practicamos, como personas o en las organizaciones: se manifiesta en las decisiones, específicamente en la claridad con la que alguien elige, al decidir, a qué quiere renunciar y qué elige conservar.

Hablando de personas o de organizaciones, la coherencia indica el nivel de fortaleza del esquema moral y la aplicación real que se hace de él. Es lo que nos permite convertirnos en referentes éticos de otros, en alguien creíble que ofrece seguridad de criterio, acción y reacción; de la misma forma, su ausencia genera confusión, improvisación, incertidumbre y relaciones tóxicas. Podríamos decir que la coherencia actúa como un cemento en la construcción de vínculos relacionales, y que, si es de mala calidad, generará relaciones poco sostenibles. Con la persona o empresa coherente uno sabe a qué atenerse, uno sabe qué puede esperar y qué no.

«No olvides sustentar tu discurso con lo que haces. Cualquiera habla, muy pocos actúan: se llama coherencia».

Walter Riso

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