Saber Escuchar

Las personas muchas veces tendemos en hablar mucho y escuchar poco. El escuchar es un don muy preciado, puesto que solo algunas personas son conscientes de lo importante que es esto en la convivencia con los demás. Escuchar muchas veces nos ayuda a evitar momentos desagradables, a ampliar nuestra forma de pensar y entender mejor a la otra persona lejos de juzgar. Como también, saber escuchar al otro genera vínculos de confianza, cercanía, seguridad, da sentido a las relaciones interpersonales.

Escuché decir en una ocasión: “Saber escuchar es un arma de doble filo, sumamente efectiva…. Quien escucha siempre considera que uno es encantador, porque le está prestando atención a lo que tiene que decir e inconscientemente lo considera como un aliado.  Pero, además, el que escucha siempre recibe información estratégica que puede emplear a su favor en el momento en que lo considere más oportuno”.  Y, en efecto, el silencio es casi un arma de guerra… ¡que pocos sabemos emplear!

Algunas de las habilidades más buscadas por las empresas están relacionadas con la gestión del tiempo, hablar en público y saber comunicar, así como la capacidad de líder un proyecto o equipo. Sin embargo, una de las claves del éxito en el trabajo y en el mundo de los negocios es saber estar atento a las señales para saber aprovechar la oportunidad que se nos presenta o afrontar un problema antes de que éste transforme la situación empresarial en insostenible.

Aprender a escuchar, implica muchas más cosas que simplemente oír las voces que nos rodean. Implica estar abierto a recibir críticas, opiniones contrarias a las de uno mismo, a asumir que –a lo mejor- no se es experto en un tema. En definitiva, saber escuchar es un proceso de humildad que nos configura en la figura de un líder. Pero ¿qué beneficios nos reporta la escuchar? Hay cinco tangibles inmediatos que conlleva escuchar bien en el trabajo.

La confianza mutua. La escucha genera respeto y confianza entre el hablante y el oyente. Los empleados de forma natural responderán mejor a los gerentes que piensan que están escuchando con atención a sus necesidades.

Productividad. Los problemas se resuelven más rápido si la gente se anima a explicar los problemas y tienen la libertad de aportar soluciones en voz alta, antes de que se les diga qué hacer.

Favorece la calma. El escuchar atento ayuda a ambas partes a mantener la calma cuando se trata de una crisis o discutir un tema sensible.

Aumenta la confianza. Los grandes oyentes tienden a tener más autoestima y una mejor imagen de sí mismos ya que la escucha trabaja hacia el establecimiento de relaciones positivas.

Limita los errores. Escuchar bien conduce a una mayor precisión en la retención de la información, lo que minimiza el riesgo de falta de comunicación y cometer errores.

Un proverbio oriental dice: “Nadie pone más en evidencia su torpeza y mala crianza, que el que empieza a hablar antes de que su interlocutor haya concluido”.

Ocurre a veces que cuando estamos hablando con otra persona tenemos, tanto el otro como nosotros, dificultades para escuchar; pasando de escuchar a oír en muchas ocasiones, mientras elaboramos qué vamos a decir cuando el otro acabe, en vez de intentar prestar atención a lo que nos dicen, quedando el dialogo bloqueado por incontinencias verbales. Pues, si todos queremos hablar a la vez y no se escuchan las razones de los otros, no habrá diálogo como tal sino monólogos yuxtaponiéndose.

Saber escuchar es una actitud difícil, ya que exige dominio de uno mismo e implica atención, comprensión y esfuerzo por captar el mensaje del otro. Significa dirigir nuestra atención hacia el otro, adentrando en su ámbito de interés y su marco de referencia.

Saber escuchar nos sirve para no precipitarnos a dar una respuesta, hacer mejores preguntas para indagar más sobre el tema, posibilita que fluya más y mejor la información que nos están proporcionando, permitiéndonos conocer y comprender mejor lo que realmente nos quieren transmitir, esta habilidad requiere dejar a un lado nuestros temores, problemas y asumir que otros pueden ver el mundo de manera diferente igualmente requiere tener la capacidad de controlar las emociones.

«Saber escuchar es mas que tener la capacidad de oír las palabras de los demás. Es, principalmente, poseer la capacidad de dejar de oír nuestras propias palabras»

David Fischman.

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